El exitoso restaurante Al Punto, templo de la carne, lleva muchos años alegrando la vida a los carnívoros de Mojácar (Almería) y turistas del resto del mundo.
Un clásico rodizio brasileño que acaba de abrir este año 2021 su segundo restaurante en Garrucha (Almería).
Luciano y Paula, al mando del negocio, se toman muy en serio la calidad y el servicio, además de tener una visión de negocio y un sentido de la comunicación y publicidad claramente por encima de la media.
Con ellos compartimos tres intensos días de sesiones de food, creando lo que todo establecimiento de restauración, grande o pequeño, debería tener: un archivo de imágenes de su oferta gastronómica y, en este caso, de su coctelería típica.
La fotografía de comida está muy polarizada: desde la foto publicitaria de las grandes cadenas de restauración, hasta la foto de stock, impecable y sin alma o las imágenes amateur que poblan los feeds de Instagram, sin pasar por alto la imperecedera fotografía de plato combinado. Mejor si un poco antigua y de color azulado.
Sin embargo en el food no todo, o casi nada, es criterio estético..
¿Sabías que la fotografía publicitaria de comida es la que más criterio requiere en el ámbito del neuromarketing visual?
Así es, la comida apela a nuestros instintos más básicos de supervivencia que se encuentran en la parte más antigua de nuestro cerebro. Ésta, como bien saben los neurocientíficos, es analfabeta, es decir, no entiende de mensajes verbales y sólo se nutre, valga la redundancia, de imágenes.
Con el fin de hablarle a nuestros instintos primarios y atraer clientes se aplican un sin fin de productos y técnicas.
Por ello el food es uno de los géneros fotográficos que más producción (y postproducción) requieren.
Entre mil los trucos que aplicamos los fotógrafos de alimentos, sin ánimo de ser exhaustivo:
Recreamos los platos exclusivamente para la foto (raramente son comestibles..),
Usamos productos sintéticos para crear sensaciones de frio, calor, turgencia, jugosidad, etc.,
Fijamos los ingredientes con alfileres, para que todo esté en su sitio,
Iluminamos la escena recreando las horas del hambre,
En ocasiones ayudamos en la cocina, porque la cocción real nunca es buena para la fotografía,
Trabajamos con un food stylist, o aportamos artículos de estilismo,
Añdimos efectos en postproducción como personas, decoración, bokeh o gradientes de color,
Evitamos las desviaciones de colores entre distintos soportes para mantener el efecto hambre.
Por ello es tan importante que un negocio dedicado a la venta de comida se valga de la colabración de un profesional que ofrezca calidad y comprehensión de las características únicas de cada restaurante.
Así que, si todavía no tienes un archivo de imágenes de tu propuesta gastronómica,
¡clica sobre «contacto» y hablemos!
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